A ti tengo que
decirte muchas más cosas que al resto. Puede que no lo demuestre, puede que no
siempre te diga lo mucho que te aprecio y sé que las cosas no son como tú
quieres ahora mismo, tampoco para mí. Si algo he aprendido en medio de mi
locura de naufragio, retiro sentimental y crisis existencial es que hay cosas
que no quieres perder nunca.
Quiero pedirte
perdón por haberte dejado olvidada, por no haberte contado las cosas pero te
confesaré algo: no me gusta equivocarme, me dan miedo los cambios y me importa
mucho lo que tú dices. Es por ello que tengo miedo de decirte si las cosas me
han salido mal porque sé que tenías razón, es por ello que no siempre me adapto
a las situaciones y no hago caso a los consejos que me dices sobre que me
tranquilice y empiece a ver la vida de otra manera; y es por eso que, siempre
me afecta tanto, tantísimo lo que pienses de mi.
Sé que somos
muy diferentes, sé que no siempre somos compatibles y que a veces no nos
comprendemos, pero quiero que sepas que a la que más tengo que agradecer es a
ti. Que puedo llevarme muy bien con otras personas pero contigo es algo
diferente, es como si fueras mi hermana mayor, sí, eso es. Creo que tocaste mi
corazón cuando me dijiste un día que admirabas mucho mi empatía y mi bondad, y
por eso te considero una amiga inigualable, desde entonces no hago más que
recordar esa frase y decir, ‘eso es lo que yo quiero ser’. Creo que en dos años
hemos estado más unidas que nunca y que he aprendido muchas cosas de ti. Y lo
siento, es cierto que no lo he demostrado y perdóname.
¿Piedra, papel
o tijera? Perdóname, ¿empezamos otra vez?
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