viernes, noviembre 28

¡Oh amor, esa espalda tuya!

Recuerdo cuando íbamos a salir y desde tu cama contemplaba como elegías tu ropa, lo enfrascado que estabas en elegir las prendas correctas e ir perfectamente vestido, no solo para mí, sino para ti mismo, recuerdo como me pedías consejo y yo me reía. Lo recuerdo de una manera cariñosa y lo siento tan profundamente dentro de mi... 
Cuando ese recuerdo viene a mi memoria juro que siento un fuerte abrazo en el corazón, siento uno de esos abrazos tuyos llevando una de tus sudaderas calentitas que tanto me gustaban y ese profundo olor que siempre me recodará a ti, un olor familiar, de esos que al aspirar te reconfortan por dentro y no necesitas nada más en la vida, maldita sea, cuanto amaba tu olor. 
Lo recuerdo de una manera tan dulce e inocente, como un juego de niños, como cuando te agarraba por detrás, entonces parecía que nada malo pudiera pasarme y besaba tu espalda antes de sumergirnos en el amor. ¡Oh amor, esa espalda tuya! Una de mis partes favoritas de tu cuerpo, tenías una piel tan tersa y suave, tan besable... Podría pasarme horas abrazada a esa espalda, era tan reconfortante, que amor, es una de las cosas que más echo de menos de tu eterna ausencia.