viernes, julio 17

'Se nos rompió del amor de tanto usarlo'

  Caminábamos como extraños, como desconocidos en los vagones de tren que nunca se dirigieron palabra. Al lado uno del otro sin saber que decir y temiendo que lo peor estaba por llegar.
Los minutos se hacían duros, era incapaz de decirle a la persona que más amaba y en la que más confiaba palabra alguna.

  Doblamos la esquina, acariciamos la brisa que parecía querer darnos alguna oportunidad, el tiempo se acaba cuando sabes que todo llega. Esa conversación se merecía más que el bullicio de la calle y la vida nos dio la oportunidad de decirnos adiós a solas y en silencio. La puerta cedió y nos acurrucamos en un rincón de aquel patio. La conversación empieza, después de casi cuatro años, el adiós se acerca.

  No puedo evitar llorar, le quiero tanto que duele y dicen que cuando duele es que ya no es bueno. Me dolía el corazón de tanto destrozarle, un dolor físico de esos de que te dan una gran punzada dentro y la sientes de verdad.
Es increíble lo maravillosos que somos, intenta darme argumentos para decirme adiós sin hacerme daño cuando la verdadera razón es que se nos apagó el amor, cuando la razón es que podríamos querernos tanto y tanto tiempo que jamás viviríamos sin el otro. Que el amor se entrelazó con la amistad y llegaron a no querer separarse cuando era necesario para dejar de intoxicarse.

  Nunca le vi llorar con más dolor que aquel septiembre, dicen que los cambios llegan por esas fechas, que ni treinta y unos de diciembre ni los cumpleaños van a cambiarnos. Son los septiembres, después de ese verano que tanto daño hace porque tanto nos hace pensar, nos redefine y brinda nuevas oportunidades. Para los jóvenes; el nuevo curso, para los adultos; la vuelta al trabajo y para los mayores; una nueva etapa en su plenitud.

  Nunca le vi tan dolido como aquella noche, la noche también es mágica y nosotros la hicimos eterna. Por increíble que parezca sonaba una canción desde alguna ventana o un bar que aún rescataba la última oleada de calor del verano, sonaba una canción que me atrevo a decir hablaba del desamor, aunque para mi tristeza nunca sabré cual era. Y nosotros nos despedíamos para siempre mientras te repetía que jamás volveríamos porque yo las segundas oportunidades no las llevo bien. Hablamos tanto, dijimos tanto y nos amamos tanto esa noche, que no hizo falta consumar nuestro amor para darnos cuenta de que la magia crecía en nosotros.

  Se portó bien, fue decente, no sueles encontrar chicos tan atentos, amables y apasionados como él, no encuentras tan fácilmente a alguien que te ame tan profundamente que realmente llore por abandonarte a tu suerte y decirte, entre lágrimas y metáforas, que se apagó su amor. No encuentras de una forma tan sencilla como a mí me brindaron, a una persona que después de dejarte; siga besándote con la misma ternura que aquel quince de abril solo porque tú se lo pidas.

  ‘Hacemos un buen equipo’ le repetía, y es cierto. Somos lo que nadie nunca será, somos la historia de amor más bonita que se haya visto y los amantes más sinceros de esa luna de septiembre. Y aunque muchos no lo crean, esa noche la magia nos encontró, hicimos un instante de película en el momento en el que abrazados, aún con lágrimas en los ojos, nos quisimos tanto para decir adiós mientras los acordes de una canción cualquiera nos despedían.


  Todos me dicen que quizás vea demasiadas películas y por eso termine pensando que ocurren en la vida real. He de deciros que yo lo he vivido, he vivido cosas que pensaríais son ciencia ficción, he sentido tan intensamente como intentan expresarnos los actores de Hollywood cuando se besan apasionadamente y he querido tanto y con tanta fuerza que juro se me rompió el corazón. Tarde en olvidarle ocho meses, casi lo que se tarda en formar un corazón nuevo para que empiece a funcionar completamente fuera de la protección de una madre y debo decir, que me encanta saber que puedo continuar con mi vida sin él y que aquel adiós jamás será un error. Que las casualidades y la magia existen por mucho que no lo creáis. 


viernes, julio 10

Si fuera fácil, lo haría cualquiera

  Si fuera fácil, lo haría cualquiera. Si fuera tan sencillo, estaría lleno de gente haciéndolo antes que tú. Y si no pareciese imposible, todo el mundo lo habría hecho ya. Por eso te sientes tan solo, porque de aquí en adelante, tu única compañera, realmente fiel se llama soledad. Porque nadie cree que pueda conseguirse, nadie menos tú y alguno tan loco como tú. No te preocupes que los demás volverán el día que ya no haya nada más que hacer. Si acaba bien para apuntarse un tanto y explicarte el porqué de tu éxito y si acaba mal, para decirte que todo esto, ya lo veían venir. 
  Por eso tú, a lo tuyo. Que si fuese fácil, lo haría cualquiera, si fuera tan sencillo estaría lleno de gente haciéndolo antes que tú. Y si no pareciese imposible, todo el mundo estaría, en el rincón de pensar
-Risto Mejide, El Rincón de Pensar T1 Cap.8. 




jueves, julio 9

Incendios

Me he metido en la madriguera equivocada Alicia, me he metido en la que te lleva al mundo de los horrores y no de las maravillas. Esa que te hace llorar porque sientes que jamás saldrás de ese agujero y que te rompe en tantos pedazos que no puedes reponerte. 
He vuelto a ese oscuro mundo que casi me destroza al completo y esta vez tiene tanta fuerza que no soy capaz de controlarlo. Todo va mal. Muy mal. Mi confianza se ha ido a por tabaco y ha decidido que se va a vivir una nueva aventura con la suerte. Son tan crueles las dos, que no serían capaces de darme el pastelito de hacerme grande y que los problemas fueran pequeños, aunque estuviera al alcance de su mano. 

Dijo mi querido Sabina una vez ''Yo necesito vivir incendios para poder escribir'' y a mi no sé si son las cenizas que matan o las cerillas que me queman. Pero si la vida es tan puta de quemarme viva para hacerme grande, decidla que pare porque yo solo quiero ser feliz. 

Ay Alicia, yo no sé cómo fuiste tan loca de seguir al conejo blanco y enfrentarte a tanta mierda del mundo, yo no sé cómo supiste encontrarte en ese país de locura, o de las maravillas. Porque yo no me encuentro, ni suplicando de rodillas y pidiendo clemencia. No sé salir de la madriguera Alicia, pero tampoco quiero que me salven. Soy así de incomprensible, soy así de niña, soy así de estúpida. Yo sólo quiero que no me quiten lo que me da fuerzas porque entonces se me caen las paredes de la casa de muñecas y empieza el incendio. 

Se me traba la canción de la soledad, no encuentro la salida, apenas me quedan fuerzas para seguir luchando después de tantas putas heridas. Lo único que puedo dar es un intento de sonrisa bonita y unas ganas irremediables de creer en todo lo que el mundo deja de lado o resta importancia.