miércoles, julio 13

Felicidad


Estás sentado delante de una mesa gigante con una tarta repleta de velas encendidas dispuestas a iluminar la habitación, dispuestas a conceder todos tus deseos. Y justo eso te recuerdan antes de soplar, pide un deseo, dicen. 

Hace tiempo que dejé de pedir cosas absurdas a las velas encendidas mientras cierro los ojos y soplo, hace tiempo que me dejó de importar sacar buenas notas y aprobar todo, encontrar el amor o tener algo material que deseaba con demasiadas ganas. Hace tiempo que lo único que deseo al cerrar los ojos es la felicidad, nunca dejar de ser feliz, nunca dejar de ser yo. 
Da completamente igual cuántas cosas tengas, cuántas cosas te compres o cómo de grande sea tu cartera, todos podemos sentirnos miserables entre monedas de oro. 

Yo pido felicidad porque me sirve de recordatorio anual para cuando la vida se pone patas arriba y pienso que no hay solución para nada, para cuando me siento triste y para cuando ni siquiera tengo ganas de bailar. Yo pido felicidad porque sería horrible tenerlo todo sin tener lo más importante. Pido felicidad porque me da igual qué tener si no tengo lo más básico. 

Así que cuando cierres los ojos no pidas lo que más "necesites" sino lo que más echas en falta cuando la vida se torna gris. 


«Quiero que cierres los ojos y pidas un deseo muy fuerte, quiero que pienses en qué es lo que te va a hacer feliz y ahora que lo tienes en mente, olvídate de soplar, de las estrellas fugaces o de tirar monedas a las fuentes, no pidas deseos, sal ahí y cúmplelos.» 
-inspiración gracias a Albanta San Román