sábado, febrero 27

Huracán

Mamá, yo de mayor quiero ser huracán. 
  Quiero arrasar con todos los problemas y dejar un vacío indestructible al paso, para poder empezar de nuevo cuando me tropiece demasiadas veces con la misma piedra. Quiero darle todas las vueltas posibles a mi caos para que entre tanto vuelo acabe por perderse en el cielo y así pueda guiarse por un nuevo camino. 
  Quiero que me explote el corazón en mil pedazos con la intención de que todo el amor salga fuera porque no sé mantenerlo más tiempo encerrado dentro. Los huracanes tienen nombre de mujer porque todos tenemos una musa que nos destroza el alma si la tocamos, que nos pierde por la corriente y nos enseña que lo más maravilloso de la vida, es cuando el corazón se te encoge. 
  Así que sí, me graduaré en un curso de huracanes para convertirme en fatalidad ante las catástrofes. Para que si me tocan se destruyan; para que si sufro, explote, y no mantenga las emociones demasiado dentro.  Para que la vida siga su curso aunque tenga que recomponerme después de tantas sacudidas. 
  Dicen que las catástrofes naturales sacan el lado más humano de las personas, donde dejan de preocuparse por lo material y ayudan incondicionalmente. Mamá, yo quiero ser el huracán que saque lo mejor de cada uno. 



lunes, febrero 8

R(evol)ución

  Basta ya de no creer en el amor, de tener miedo a darlo todo después de cada caída. Para de pensar que nadie podrá llegar a comprender todo eso que das por otros, no te preocupes por no ser correspondido del mismo modo que esperabas. El amor es dejarse romper en pedazos para recomponerse con la saliva de otros labios. El amor es prendarse de unos ojos, querer bañarse en cada pliego de piel y prender toda la gasolina de las cerillas que encienden tu corazón. ¿Y qué si morimos en el intento? 
  ¿Acaso no es más bonito morir de amor que de odio? Puede que no crea en las cosas más usuales de la vida, pero daría mis pestañas por cumplir todos los deseos que se llamen amor. Creer en el amor es creer en la misma magia, ¿o es que no resulta maravillosamente mágico que una persona erice cada centímetro de tu piel con solo mirarte y que esté dispuesta a recorrer todo kilómetro en el mundo por ti? 
  No pensar en el amor como la máxima aspiración es para mi un terrible error en la sociedad. En ese extremo del abismo estamos a un paso del cambio, porque aunque saltes al vacío siempre habrá algo esperando abajo, puede que te rompas las costillas contra el asfalto, o puede, y me atrevo a apostar por esta opción, que la revolución de aquellos que creen en el amor está por llegar. El siglo XXI necesita una revolución de valores. 
  El amor puede estropearse, puede romperse, puede no ser correspondido, puede morir, o ni siquiera ser verdadero, pero siempre, siempre, siempre, uno es más feliz con un corazón palpitante. Por esa persona que realmente nos remueve el mundo y nos llena de nostalgia si se va. No, renunciar al amor no es una opción.