sábado, septiembre 12

Soy un completo e incansable desastre

  Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. El agujero se hace tan grande que ya no sé si meterme dentro para esconderme o intentar escalar de nuevo hacia la superficie. La mierda vuelve, siempre vuelve y ahora me toca a mi decidir si ser egoísta o ponerme a un lado para dejarla pasar. Vuelvo a perderme, a caer, a hundirme en el naufragio, a subir, a bajar, a no saber que narices le pasa a mi cabeza ni cual es la mejor opción. 
Este debería ser un tiempo de oportunidades, de cambios, de no pensar si duele, ni llorar si atormenta, pero es un continuo desastre, una incansable catástrofe que se llevará todo por su paso y arrasará con lo que se encuentre en medio del camino. 

  Una más, otra decepción, que cuando una puerta se cierra se abre una ventana que llega a gustarme mil veces más pero cuánto duele, cuánto se añora y cuánto recuerdas. Hacer el mal cuesta tan poco como hacer el bien, pero siempre se elige la primera y el mundo se cae, se rompe, se está despedazando de tanto sufrimiento. 

  El vacío está apuntándome al pecho, dámelo todo o muere en este momento, me mata, el mundo mata. Y mientras tanto hay que aguantar, aunque no sepas que narices le pasa a tu subconsciente y por qué narices le apetece soltarlo todo, en un instante, en una bocanada de aire. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo que expreses será bien recibido.